Podríamos decir sin miedo a equivocarnos que la salud general de los habitantes de este planeta está en su punto álgido. Aunque todavía hay muchas enfermedades que acaban con las vidas de millones de personas cada año, y en algunas naciones más pobres la esperanza de vida no llega a ser tan alta, es indudable que los avances científicos del último siglo han permitido que la mayoría de nosotros dispongamos de una mejor salud, de tratamientos mucho más efectivos contra enfermedades que antes eran mortales y que hoy son solo una minucia… Sin embargo, y aunque parezca contradictorio, cada vez se ve más gente enferma, tal vez no de gravedad, pero sí con problemas que, de no ser tratados, pueden llevar a provocar una enfermedad más grave en el futuro. Uno de esos problemas habituales es el colesterol.
Son muchas las dolencias que se derivan de una mala alimentación, de una vida sedentaria, algo que está totalmente contraindicado hoy en día por los profesionales de la salud, pero que es prácticamente inevitable para la mayoría, por su forma de vida, su trabajo, su manera de alimentarse… Los productos que encontramos en los supermercados suelen estar atiborrados de conservantes, grasas saturadas y demás componentes que son precisamente beneficiosos para nuestro organismo. Si nuestra dieta se basa en comer solo este tipo de alimentos, lo natural es que notemos los resultados, para mal, al poco tiempo. Subida de peso, seguramente también en nivel de azúcar, y por supuesto, en el del colesterol, uno de los primeros índices que deberían alertarnos sobre la vida que llevamos, para buscar un cambio. En este artículo vamos a explicarte como la alimentación saludable y el deporte pueden acabar mitigando los efectos del colesterol malo en nuestro cuerpo.
¿Cuándo debe preocuparnos el colesterol?
El cuerpo humano siempre trabaja con ciertos índices de colesterol, tanto bueno como malo. El problema llega cuando el índice del colesterol de baja densidad crece demasiado, hasta afectarnos de manera negativa, aumentando el nivel de placa que puede llegar a atorar nuestras arterias, influyendo así en nuestra circulación. Dependerá mucho de la edad y del tipo de vida que llevamos, pero por lo general se considera que los niveles por encima de 160 mg/dL son ya altos. De hecho, cuando los niveles aumentan de 150, el médico suele aconsejar al paciente que haga más deporte o coma más saludable, para no llegar a ese punto preocupante. Y es que la mejor forma de evitar esos altos índices de colesterol malo es llevar una vida saludable.
Cómo influye el deporte en el colesterol
El primer punto para conseguirlo es el deporte. Pero tranquilo, que no significa que tengas que empezar a correr maratones o darte palizas en el gimnasio todos los días. Normalmente, la gente que alcanza esos altos índices de colesterol de baja densidad suele llevar una vida bastante sedentaria, por tener un trabajo de oficina, o no moverse demasiado durante el día. Bastará con cambiar un poco de hábitos, salir a andar de todos los días un rato, subir escaleras en lugar de coger el ascensor, animarnos a apuntarnos a alguna competición deportiva amateur, ir a nadar, salir con la bici algunos días… En definitiva, ponernos en marcha, para que nuestro cuerpo pueda similar mucho mejor ese colesterol malo y no se vaya acumulando la peligrosa placa en nuestras arterias.
Los mejores deportes para combatir el colesterol
Ya hemos visto que lo principal para lograr que los niveles de colesterol bajen es empezar a movernos, de una u otra forma. Cualquier deporte puede ser adecuado siempre que vengamos de no hacer nada, de una vida sedentaria en la que sencillamente no había actividad física alguna. Si es nuestro caso, podemos empezar poco a poco, saliendo a caminar algunos días, para ir encontrando la forma, y a partir de ahí disfrutar de otros deportes. La natación suele ser uno de los más completos, porque estamos utilizando todo el cuerpo, ganamos en fuerza, resistencia y además quemamos muchas calorías, algo que viene perfecto para lo que estamos buscando, librarnos del colesterol malo.
Salir a correr también puede ser un ejercicio muy beneficioso, cuando hayamos recuperado la forma. Lo mejor es que podemos hacerlo en cualquier lugar, sin necesidad de contar con equipamiento especial más allá de nuestras zapatillas para correr. Coger la bicicleta, algo que muy pocos hacen pero que también es muy recomendable, nos permitirá bajar de calorías mientras paseamos, incluso haciendo salidas en familia, algo divertido que nos ayudará a ir bajando esos niveles preocupantes de colesterol. Por supuesto, podemos combinar estos ejercicios para hacer cada uno de ellos un día, y así tener más diversidad y variedad, para no aburrirnos jamás.
La influencia de la dieta en el colesterol
Si el ejercicio físico es uno de los pilares fundamentales no ya para bajar el colesterol, sino para llevar una vida realmente sana, también debemos hablar del otro gran pilar, la alimentación. Es sobre todo aquí donde se dan los problemas que acaban acarreando la subida en los índices del colesterol de baja densidad. Lo primero que debemos hacer es saber qué alimentos evitar, porque así será mucho más fácil reducir, de manera natural, esos índices. Las grasas animales suelen ser uno de los factores más preocupantes. Las carnes rojas y los embutidos, como la mortadela, pueden suponer una subida exponencial de ese colesterol malo. Y es que llevamos todo el artículo nombrándolo así, porque evidentemente hay otro tipo de colesterol, el de alta densidad, que es todo lo contrario, beneficioso para nuestro cuerpo, y que de hecho ayuda a eliminar al otro.
Ese colesterol de alta densidad lo encontramos en verduras y frutas como la alcachofa, los tomates o las judías. Alimentos con mucha fibra, como los cereales, también nos ayudarán a mantener equilibrados los niveles de colesterol, permitiéndonos también eliminar todas las toxinas de nuestro cuerpo de una manera mucho más natural. Cambiar las grasas animales por grasas de origen vegetal, como la que podemos encontrar en la quinoa, por ejemplo, puede ser una buena manera de cambiar el rumbo de este problema. La alimentación saludable y equilibrada no consiste en hacer dieta y pasar hambre, sino en encontrar los alimentos sanos que podemos disfrutar normalmente, y no pasarnos con otros que sabemos que pueden ser más perjudiciales para nuestro organismo. Junto con el ejercicio físico, seguro que una dieta más equilibrada te ayudará a bajar los altos niveles de colesterol que tanto te alarman ahora.